Los Valar y los Maiar

 

 

Los Ainur

En el principio fue Eru, el Único, quien habitaba en el Vacío y cuyo nombre en lengua élfica era Ilúvatar. De Ilúvatar surgieron pensamientos a los que Él dio vida eterna merced al poder de la Llama Imperecedera. Ilúvatar llamó a estas creaciones Ainur, los «santos». Fueron la primera raza y habitaron los Palacios Intemporales que Ilúvatar concibió para ellos. A cada uno le fue otorgada una poderosa voz, para que cantaran ante Ilúvatar, para complacerle. Las leyendas se refieren a esto como la Música de los Ainur, en la que surgían grandes temas cuando los espíritus individuales buscaban la supremacía o la armonía, según su naturaleza. Con una palabra y la Llama Imperecedera, Ilúvatar creó a continuación Eä, el «Mundo que es»; los elfos y los hombres lo llamaron más tarde Arda, la Tierra. Algunos de los Ainur descendieron a este mundo recién creado, donde se los conoció como los Poderes de Arda. En Arda adoptaron diferentes formas, cada uno según su naturaleza y los elementos que amaban, y, aunque no estaban atados a una forma visible, muy a menudo la adoptaban bajo la característica de una indumentaria, y en edades posteriores serían conocidos por los elfos y hombres bajo esas apariencias. En Arda, los elfos dividieron esta raza en dos: los Valar y los Maiar:

Los Valar y Maiar moldearon la forma tosca del mundo, mas en ello surgió el conflicto entre Melkor y el resto de los Valar y la guerra estropeó su obra.
Pero por fin se creó el primer reino de los Valar, llamado Almaren, en una isla que estaba en el centro de un lago enorme en la Tierra Media, y todo el mundo estaba iluminado por dos brillantes Lámparas que se alzaban en el norte y en el sur. Pero Melkor se rebeló y destrozó las Grandes Lámparas de los Valar y destruyó Almaren y sus hermosos jardines. Entonces los Valar abandonaron la Tierra Media y se dirigieron al oeste, al continente de Aman, donde establecieron su segundo reino de jardines y palacios, aún más hermoso que el primero. Este reino se llamó Valinor, y su ciudad de cúpulas, campanas y grandes palacios fue llamada Valimar. En esa época, los Árboles de los Valar daban Luz Eterna, dorada y plateada, a todo Aman.

Los Valar

El primero de los Valar es Manwë, quien vive en Taniquetil, la montaña más alta de Arda. Es el Señor del Viento y el Primer Rey. Toda Arda es su dominio, pero su principal amor es el elemento del aire, y por ello se lo llama Súlimo, «Señor del aliento de Arda». Está sentado en un trono bruñido, vestido con ropajes azul celeste, con un cetro de zafiro en la mano. Los ojos de Manwë también parecen de zafiro, pero más brillantes, y tan temibles como un relámpago. Manwë contempla todo el mundo bajo el cielo.
Dentro de las estancias abovedadas de Ilmarin, la «mansión de los altos aires» que Manwë edificó sobre Taniquetil, también reside la reina de los Valar. Es Varda, la Señora de las Estrellas, la más hermosa de los Valar, porque en ella resplandece todavía la luz de Ilúvatar. Fue Varda quien hizo las estrellas, y por eso los elfos la llaman Elentári y Elbereth, la «Reina de las Estrellas». Los elfos aman a Varda más que a nadie, porque fueron sus estrellas las que los llamaron al mundo y parte de su primera luz ha quedado en los ojos de los elfos para siempre. Por este hecho los elfos la cantan en poemas y canciones y la llaman Tintallë y Gilthoniel, la «Iluminadora».
El siguiente de los Valar es Ulmo, cuyo elemento es el agua. Es el Señor del Océano, a quien conocen todos los marineros, y a quien temen orcos y enanos. Casi siempre adopta un aspecto enorme y sin forma en su profundo mundo acuático; pero cuando se alza es como una enorme ola que fuera a romper en la orilla; su yelmo tiene un penacho de olas y su cota de malla es de esmeralda y reluciente plata. Se lleva a los labios las ulumúri, las blancas caracolas, y sopla profunda y fuertemente. Pero su aspecto no siempre es aterrador, porque su poder alcanza a todas las formas de agua, desde las lluvias de primavera y los manantiales hasta el correr de torrentes y arroyos, los sinuosos cursos de los ríos y el rugido de las mareas marítimas. Yavanna es la nutridora del mundo, porque su nombre significa «Dadora de Frutos»; también es Kementári, «Reina de la Tierra». Adopta muchas formas, pero con mayor frecuencia se presenta alta como el más elegante de los cipreses, vestida de verde e iluminada por un rocío dorado. Todos los que aman los frutos de la tierra aman a Yavanna. Ella es la fuerza que hace surgir la flor del tallo verde, y las primeras semillas de todos los olvar fueron concebidas y plantadas por ella.
Aulë el Herrero es el esposo de Yavanna, con quien comparte el elemento de tierra, pero de manera más profunda. Es el Hacedor de Montañas, señor de todas las artesanías, creador de metales y piedras preciosas. Los enanos lo llaman Mahal, el «Hacedor», porque él es el poder que dio forma a este pueblo a partir de la tierra y de la piedra. Fue Aulë quien forjó las Lámparas de los Valar y los recipientes que contenían la luz del Sol y la Luna.
Más profundas que las mansiones de Aulë son las Estancias de Mandos, que se encuentran en la orilla occidental donde las olas de Ekkaia, el Mar Circundante, rompen contra las Tierras Imperecederas. Es ésta la Mansión de los Muertos, donde habita el Vala Námo, a quien todos llaman Mandos a causa de su mansión, el Portavoz del Destino.
Cerca de Mandos, en la orilla occidental de Valinor, habita su hermana Nienna, la Plañidera. Es la mujer envuelta en capa de luto, pero no es la Desesperación, aunque la Pena sea su dominio; las lágrimas le caen sin cesar y su casa mira a las Murallas de la Noche. En realidad es la Tristeza y el Sufrimiento que traen la sabiduría y la resistencia más allá de toda esperanza; del agua de sus lágrimas nacen muchas cosas totalmente inesperadas, pero que en numerosas ocasiones son las que sostienen la vida misma.
En las regiones meridionales de Valinor se encuentran los hermosos bosques de Oromë, donde vive Oromë, el Domador de Animales y el Cazador. Todas las naciones de jinetes lo aman, igual que aquellos que viven de la caza y los pastores y habitantes de los bosques.
Éstos son los ocho Valar, llamados los Aratar, los principales poderes que moran en las Esferas del Mundo. Pero hay otros seis Valar, y uno más que se dedicó al mal y que se cita el último de todos.
Quienes desean una juventud eterna adoran a Vána, esposa de Oromë y hermana menor de Yavanna. Su nombre es Vána la Siempre Joven, tiene jardines de flores doradas y sus principales satisfacciones son el canto de los pájaros y el florecimiento de las flores.
Nessa la Bailarina es la siguiente; es la hermana de Oromë. Ama a las ligeras criaturas del bosque, que acuden a ella, porque ella misma es un espíritu salvaje que danza incesantemente en las praderas verdes que nunca se agostan de Valinor.
El marido de Nessa es Tulkas el Fuerte, quien fue el último Vala en entrar en Arda. También se lo llama el Luchador y Astaldo, el «valiente». Es el más fuerte de todos los Valar, rápido e infatigable, de cabellos y barba dorados; ni siquiera en la guerra lleva armas porque su pura fuerza y su gran corazón derrotan a todos sus enemigos.
El hermano de Mandos es Lórien, el Señor de los Sueños. Al igual que Mandos, Lórien recibe este nombre por el de su morada, porque Lórien es el jardín más hermoso de Arda. Su nombre verdadero es Irmo, pero para todos es Lórien, Rey de los Sueños y las Visiones. Dentro de los jardines de Lórien se encuentra el lago de Lórellin, en el que hay una isla llena de árboles altos y suaves nieblas.
Aquí mora Estë la Curadora, la Gentil. Su manto es gris, y siempre otorga descanso. Todos la ensalzan, pero sus dones son más deseados por aquellos que más sufren.
La Vala de nombre Vairë es la esposa de Mandos, y se la llama la Tejedora. En los palacios de su marido teje incansablemente en un telar los tapices de la historia y el destino mucho antes de que los sucesos ocurran en el curso del Tiempo.
El último de los Valar es aquel que en un principio era el más poderoso de los Ainur. Su nombre era Melkor, «Aquel que sobresale en poder». En parte poseía los poderes de todos los Valar, pero su principal dominio residía en el frío y la oscuridad. Construyó su fortaleza, Utumno, y su arsenal, Angband, en las profundas raíces de las montañas de la Tierra Media. En Arda declaró cinco grandes guerras contra los Valar y extinguió las luces del mundo al destruir las Grandes Lámparas y los Árboles de los Valar. Los elfos lo llamaron Morgoth, el «Enemigo Oscuro del mundo». Este rey guerrero era como una gran torre, coronado de hierro, con armadura y escudo negros, enorme y sin adornos. Su aspecto era maligno, porque en sus ojos ardía la malicia y su rostro estaba deformado por la rabia y marcado de heridas. Pero en la Guerra de la Ira fueron destruidos todos sus poderes. Fue el único Vala expulsado de las Esferas del Mundo y ahora mora para siempre en el Vacío.

 

Los Maiar

eran los servidores de los Valar. Aunque eran muchos los Maiar dentro de las Tierras Imperecederas, pocos son nombrados en las historias de los hombres, porque sus asuntos siempre estuvieron relacionados con los Valar en las Tierras Imperecederas. El más poderoso de los Maiar era Eönwë, el Heraldo de Manwë, Señor de los Vientos. La fuerza de Eönwë en el combate podía compararse incluso con la de los Valar, y el sonido de sus trompetas llenaba de terror a todos sus enemigos, porque tras su sonido se acercaba el ejército de los Valar. Ilmarë, quien lanzaba sus jabalinas de luz desde el cielo nocturno, era la principal doncella entre los Maiar, y también la dama de Varda, la Reina de las Estrellas.

Arien, el espíritu de fuego, era la más adorada por los hombres. Era ella la que guiaba la trayectoria del Sol. Y, tal y como Arien viajaba durante el día, de noche lo hacía Tilion, el Cazador del arco de plata, quien transportaba el recipiente de la Luna, que fue la última flor que dio Telperion, el Árbol Plateado de Valinor. Los Maiar Ossë y Uinen, siervos de Ulmo, Señor de los Océanos, eran conocidos por todos aquellos que navegaban los mares. Ossë era el Señor de las Olas de Belegaer, el Mar Occidental, y, aunque fue él quien por vez primera trajo al mundo el arte de la construcción de barcos, todos los marinos lo temían. Por el contrario, profesaban un gran amor a Uinen, la Señora de las Calmas. Ésta era la esposa de Ossë y sólo ella sabía reprimir sus furias coléricas y su carácter salvaje. De todas las historias de los Maiar, quizá sea la de Melian la más extraña, pues sirvió a Vána y a Estë en Valinor, pero en las Edades de las Estrellas pasó a la Tierra Media. Allí, en los bosques de Beleriand, conoció al señor eldar Elwë Singollo y se casó con él. Ésta fue la única unión de un elfo y una Maia y, durante cuatro largas Edades de las Estrellas y una del Sol, Melian fue reina de los elfos grises y esposa de Elwë, quien fue llamado Thingol y rey Mantogrís. Pero, de manera trágica, Thingol fue asesinado y Melian se envolvió en su pena y regresó a Valinor.

Fueron muchos otros los espíritus fuertes y bondadosos que habitaron en la Tierra Media. Eran quizá Maiar, como Melian, pero eso no puede saberse a ciencia cierta por las leyendas. El principal fue aquel a quien los elfos llamaban Iarwain Ben-adar. Para los enanos era Forn, para los hombres Oraldo y los hobbits lo conocían por Tom Bombadil. Era un hombre bajo y robusto, con ojos azules, rostro colorado y barba castaña. Siempre estaba cantando y hablaba en rimas; parecía un ser excéntrico y absurdo, pero era el señor absoluto del Bosque Viejo. En el Bosque Viejo también habitaban otros espíritus que podrían haber sido siervos del Vala Ulmo. Uno de ellos era la Mujer del Río Tornasauce, y otro era su hija, Baya de Oro, quien era la esposa de Tom Bombadil. Baya de Oro tenía los cabellos rubios y era tan hermosa como una reina de los elfos. Sus vestidos eran de verde y plata y sus zapatos eran como escamas de peces. Su canto era igual que el canto de los pájaros. Se cuenta que al final del primer milenio de la Tercera Edad del Sol llegaron a la Tierra Media cinco Maiar con el aspecto de hombres ancianos. Cada uno poseía barbas blancas y llevaba una capa de viajero, un sombrero puntiagudo y un largo bastón. Éstos eran los Istari, a quienes los hombres llamaron Magos. Radagast el Pardo era un maestro en asuntos de aves y animales del bosque. Saruman el Blanco era considerado el más importante y durante un tiempo fue verdaderamente sabio y capaz, pero cayó en las malas artes y trajo la ruina a mucha gente. Gandalf el Gris fue el más famoso de los Istari. Al principio se lo llamó Olórin y se lo consideró el más sabio de los Maiar. Los otros dos Istari fueron Alatar y Pallando, llamados los Magos Azules, siervos de Oromë el Jinete. Sin embargo, poco se cuenta de su destino y sus hazañas en la Tierra Media. Pero no todos los Maiar eran espíritus buenos y hermosos. Muchos fueron corrompidos por el Vala rebelde, Melkor el Enemigo. Destacaban entre ellos los balrogs, que en otros tiempos habían sido brillantes espíritus ígneos, pero que se deformaron monstruosamente hasta tener aspecto demoníaco, debido al odio y la ira. Su jefe era Gothmog, y la historia de los hechos de su hueste es larga y sangrienta. El espíritu que tomó la forma de una araña enorme y terrible fue llamado Ungoliant. Este terrible insecto devoraba la luz y vomitaba oscuridad y tejía una negra tela de no luz que ningún ojo podía penetrar. Los vampiros y licántropos de Angband podrían haber sido también Maiar en sus inicios. Se dice que eran espíritus malévolos que tomaron formas terribles, pero ninguna leyenda nos habla de su creación. De los vampiros sólo se nombra a Thuringwethil, «la dama de las sombras», y, de la gran hueste de licántropos, Draugluin aparece como su señor y padre de toda la prole. Hay un Maia más conocido que los demás, debido a su gran maldad. Es Sauron, cuyo nombre significa «el aborrecido». Sauron, el Señor Oscuro, que fue en principio un Maia de Aulë el Herrero, se convirtió en el principal siervo, y luego sucesor, de Melkor. Después del terror de la Primera Edad del Sol, se dice que Sauron reapareció en la Segunda Edad con un aspecto hermoso y adoptó el nombre de Annatar, «dador de dones». Al final, cuando se convirtió en Señor de los Anillos, su espíritu maligno se reveló. El cuerpo de Sauron quedó destruido en la Caída de Númenor. A partir de entonces adoptó la forma de Señor Oscuro y se convirtió en un temible guerrero de oscura armadura. Pero incluso esta forma fue destruida al final de la Segunda Edad. Pero el poder del espíritu de Sauron era tan grande que se hizo manifiesto en el poder encantado de un gran ojo sin párpado. Sin embargo, en la guerra que terminó la Tercera Edad, cuando fue destruido el Anillo, el espíritu de Sauron fue barrido y expulsado a las sombras y este Maia no resurgió nunca más.